martes, 20 de enero de 2009

El demonio de la vergüenza


Habita en una caverna de las profundidades. Sin embargo es veloz, y emerge con presteza cuando es llamado. Su color es rojo como los pimientos, y el contacto con su piel arde y daña. Nadie describe particularmente sus rasgos o miembros, y si porta un arma o un cayado, y si está desnudo o vestido.

Es de sangre muy caliente y cuando se aproxima quema todo a su alrededor. Provoca una incomodidad tal que quien se ve afectado por este demonio sólo piensa en la huida, en desaparecer, en no existir. El abrazo de este demonio es candente y su aliento flamígero.
Tanto es el padecimiento que el afectado a veces prefiere la muerte que el abrazo de este demonio.

Cuando ha manifestado su poder a un mortal, este, por miedo, hará lo posible por evitarlo. En general, no hará. Dejará de hacer cosas. El demonio de la verguenza es el que lleva a no hacer. Con el tiempo la víctima mortal desarrolla una alta resistencia a las cosas que pueden invocar a este demonio, y a las cosas parecidas y no tan parecidas, y a las vagamente similares.

El pobre mortal llega a imaginar que este demonio puede llegar a presentarse cuando está haciendo algo, y entonces a imaginar el abrazo de este demonio. Por lo tanto a veces ni es necesario que se presente, obra en la fantasía de su víctima.

Muchas veces la víctima hace las cosas a escondidas e imaginando el abrazo de este demonio, lo que lleva a aumentar aún más su padecimiento. Se torna más huidizo, cobarde e insatisfecho.
La maldición de este demonio es quitar todo el placer de su víctima, y que se sienta indigno, hasta de habitar en este mundo.

Es un demonio tan hábil que se reproduce en los corazones gracias a los propios padres de las víctimas. Éstos inyectan en ellas sus bacilos.

Se han intentado varios conjuros, hechizos y vacunas contra este demonio. El brujo-chamán chileno A. Jodorowsky tiene algunas buenas recetas. Yo tengo la mía.

Mi abrazo fraterno a todos aquellos que se han topado con este demonio y han caido o han vencido.

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